Aunque el personaje de dibujos animados que hoy vamos a recordar tiene la friolera de 82 años, hoy quiero rescatarlo del baúl de los recuerdos porque sí que recuerdo haberlo visto en mi infancia, en 1928 no, por supuesto, sino a principios de los años ochenta, que aún seguían pasándolos por la televisión.

Se trata de Popeye, hijo del diseñador norteamericano Crisler Segar, quien apareció por primera vez en unas viñetas cómicas en una publicación que lo catapultó a la fama en muy poco tiempo porque las historietas del marinero más famoso de todos los tiempos gustaban a todo el mundo.

Con el tiempo se hizo tan famoso que finalmente se hizo con su propia serie de dibujos animados, donde aquellas historietas que por aquel entonces se veían en las viñetas de las publicaciones cobraron vida y fueron llevadas a la pequeña pantalla a mediados de los años 50 para hacer las delicias de los más pequeños y ayudar a las madres de la época a que sus hijos comiesen las tan odiadas espinacas.

Brutus y Popeye en una pelea

Popeye es un marinero fuerte y noble que fuma en pipa, tiene una novia llamada Olivia, tremendamente delgada y muy chillona. Ésta es pretendida por otro marinero mucho más grande que Popeye, Brutus, quien siempre intentará robarle la novia usando las tretas más inverosímiles hasta que siempre acaba a golpes con nuestro protagonista.

Brutus es más fuerte que Popeye pero éste tiene un arma secreta, las espinacas. Siempre que es vapuleado o necesita un plus de fuerza, el formidable marinero abre una lata de espinacas y ahí es cuando todo cambia, le dotan de una fuerza sobrehumana y su pipa parece un cohete a presión.

Y así se tiraron años y años, uno intentando quitarle la novia y el otro defendiéndola. ¿Os acordáis de la serie?