Según se dice, el rey Alfonso X, quien a causa de una enfermedad que le obligaba a tomar pequeños bocados entre horas, acompañado de vino (qué enfermedad más rara…) instauró en España esa costumbre tan castiza de tomar un aperitivo y cuando el monarca ya estuvo recuperado dispuso que en todos los mesones de Castilla no se sirviera el vino solo, sino acompañado de algo de comida.

De esta forma nacieron las tapas, nombre que se remonta a la época de este rey, y que se origina porque el vaso o jarra debía servirse tapado con una loncha de jamón, queso o cualquier otra cosa. Esto tenía dos objetivos, proteger al vino para que no cayeran insectos o cualquier impureza y acompañar a la bebida con algo de comer.

Tranquilos que la clase de historia ya ha acabado, simplemente he usado esto como base para lo que vamos a recordar hoy. Las tapas y eso del picoteo ha sido muy usado desde hace tiempo y en España sabemos bien lo que es eso. Con el paso del tiempo fueron apareciendo lo que se conoce como snacks, ideales para comer a cualquier hora y cualquier lugar.

¿Quién no ha comido alguna vez los deliciosos Triskys?

Uno de los snacks más recordados de aquellos años, y que aún siguen vendiéndose en nuestros días aunque ya no saben igual, son los Triskys de Risi, la primera empresa que hizo estos deliciosos extrusionados de maíz y llenó ingentes cantidades de barrigas infantiles y no tan infantiles a lo largo de décadas.

El extrusionado es una fase de muchos procesos de fabricación que consiste, mediante unas máquinas llamadas extrusoras, dar la forma a un producto y que ésta se mantenga. Eso era lo que hacían con la pasta de maíz de los triskys, la cual se convertía en pequeños anillos que después irían a una freidora y los dejaría de diferentes tamaños y todos ellos con un tentador color dorado y dos sabores, el original de maíz o el sabor jamón.

Hoy en día son muchas marcas las que hacen esta clase de productos pero Risi fue la pionera. Reconozco que no hace demasiado tiempo probé los de esta misma marca, pero ya no me sabían igual que cuando los comía de pequeño, aunque de eso ha pasado bastante tiempo y puede que mi memoria gustativa esté algo alterada ya, pero lo que sí recuerdo es que éste era uno de mis snacks favoritos de aquellos días en los que ibas al quiosco y por cinco duros volvías a casa con un montón de material para disfrutar viendo la tele.