El 31 de marzo de 1986 un avión Boeing 727 de la aerolínea Mexicana de Aviación se estrelló poco más de media hora después de despegar de Ciudad de México con rumbo a Puerto Vallarta, Mazatlán y Los Ángeles. Mientras los equipos de rescate se trasladaban al lugar del siniestro se confirmó el fallecimiento de todos los que iban a bordo, 158 pasajeros y 8 tripulantes, convirtiéndose en la peor tragedia de la historia de la aviación mexicana hasta aquel momento.

La tragedia se produjo en una zona montañosa situada a 130 kilómetros al noroeste de la capital. Durante aquellos días, el portavoz del Ministerio de Comunicaciones, Gabriel del Río, declaró: “No hay supervivientes. El avión sigue envuelto en llamas”.

Un piloto que vivía cerca del lugar aseguró a los medios de comunicación que el avión se precipitó a tierra sobre las 09:15 de la mañana, algo que posiblemente tuvo que ser originado por un fallo en la mecánica o electrónica del avión.

Estas suposiciones se basan en que Carlos Guadarrama Sixto, comandante del avión siniestrado, avisó a la torre de control que estaban perdiendo altura muy rápidamente pero no pudo explicar por qué dado que la comunicación se cortó. Además el comandante contaba con más de 15.000 horas de vuelo, experiencia más que suficiente.

Boeing 727 de Mexicana de Aviación de 1986

Finalmente según los estudios se comprobó que la pérdida de altura que provocó la tragedia fue la explosión de uno de los neumáticos del tren de aterrizaje, el cual fue hinchado con aire en lugar de haber sido con nitrógeno como se hace normalmente en los aviones.

La noticia tuvo repercusión, pero prácticamente nacional, dado que el país estaba a muy poco tiempo de la celebración del Mundial de Fútbol de México 86 y nadie quería que nada ensombreciese ese importante evento deportivo.