Continuamos conociendo detalles sobre la muerte de Alfonso de Borbón y Dampierre allá por 1989 y en la anterior entrega nos habíamos quedado en su fallecimiento en el Vail Medical Center. Hay que destacar que al cadáver se le tomaron más de cien fotografías que posteriormente, y de forma inexplicable, fueron destruidas por la policía de Beaver Creek.

Por aquel entonces las radios locales rumoreaban sobre un posible atentado y desde España, los abogados de su mujer, Carmen Martínez-Bordiú, presentaron una demanda civil por negligencia y donde se pedían nada menos que 600 millones de pesetas (alrededor de unos 3,6 millones de euros) para su hijo Luis Alfonso de Borbón.

La cantidad se basaba en el supuesto de que el duque de Cádiz hubiese vivido hasta los 74 años y que hubiera conseguido alcanzar la vicepresidencia o incluso la presidencia del Banco Exterior, donde trabajaba hasta el momento. De esta forma se cubrirían con creces los gastos de la formación académica de su primogénito hasta los 25 años en los mejores centros de Estados Unidos y del Reino Unido.

Zona del fatídico acontecimiento

Pero misteriosamente, al igual que ocurrió con la desaparición del trabajador y de la destrucción de las fotografías, todo cambió de la noche a la mañana, los abogados y la aseguradora llegaron a un acuerdo donde Luis Alfonso percibiría 100 millones de pesetas. Desde aquel momento nadie más volvió a hablar de aquel fatídico accidente.

Su Madre, Emanuela Dampierre, escribió en sus memorias algo que dejó mucho que pensar: “Al producirse el mortal accidente de Alfonso se comentaron muchas cosas. Algunas muy extrañas, por cierto. De hecho, me enviaron un recorte de un artículo publicado en un diario italiano en el que se apuntaba que el suceso había sido provocado”.

¿Homicidio o accidente? Quizá nunca lo sabremos…