«Me tendieron una trampa, ha declarado el lobo Silvestre en exclusiva al Diario Lobo. En este escandaloso libro por fin se va a saber la verdad. La prensa se lo inventó todo, porque en realidad los tres cerditos son unos maleducados, y el lobo Silvestre solo quería azúcar para hacer un pastel a su abuelita”.

Así comenzaba una irreverente revisión de uno de los cuentos más clásicos de la literatura infantil de todos los tiempos, “Los tres cerditos”. Este ejemplar fue publicado en 1989 con carácter de álbum ilustrado por dos autores verdaderamente gamberros como Joan Scieszka y Lane Smith.

En esta parodia del clásico cuento se narra la historia de los tres cerditos desde el punto de vista del lobo feroz. Con este cuento trataron de acabar con el mito de que el lobo es un personaje fiero y tremendamente malo y justifica la visita a la casa de los tres cerditos con que se había quedado sin azúcar para hacer un pastel a su abuelita y fue a pedir un poco prestado.

Portada de la publicación

También se argumenta que no sopló hasta tirar la casa sino que estornudó y que la casa estaba mal hecha y se vino abajo y también justifica que se comió a los cerditos porque tenía mucha hambre y no había nada más para comer.

Finalmente se puede comprobar al final del cuento que el lobo está contando esta historia desde la cárcel. Sin duda un destrozo al clásico universal que tantas veces fue contado a lo niños y del que seguramente esta edición no la oigan nunca, pues destroza mitos, pero aún así sigue siendo algo verdaderamente curioso.

¿Os suena este cuento a vosotros?