calcomanias

Uno de los ganchos para que los niños compren determinados productos es ofrecerles algún detalle con ellos. Si pensamos en alguno de los que regalaban en los años ochenta, el primero que me viene a la mente son las calcomanías. ¿Quién no se puso una en alguna ocasión? Eran como pequeños tatuajes en la muñeca o en la mano. Llevábamos con nosotros nuestro dibujo o personaje favorito, aunque había calcomanías de muchas clases diferentes.

La leyenda urbana de las calcomanías

Aunque ahora también hay muchas, en los ochenta las leyendas urbanas eran el pan nuestro de cada día. Siempre había algo extraño relacionado con las cosas que tenían mucho éxito y que seguro que también recordaréis.

De las calcomanías se llegó a decir que tenían un poco de LSD. La finalidad era mantener enganchados a los niños a los pastelitos que daban este premio en su interior. Obviamente ni había droga ni ninguna otra sustancia adictiva más que el azúcar del dulce. Lo que sí había eran algunas que para quitarlas era casi una epopeya. Desconozco qué clase de cola se usaba para fijarlas a la piel, pero yo también viví alguna batalla contra ellas.

En España comenzaron a finales de los años 60 y durante la década de los 70 fueron todo un éxito. Ese éxito residual quedó durante la primera mitad de los ochenta, hasta que comenzaron a aparecer otra clase de regalos. Las había de dibujos animados, deportistas, vehículos, superhéroes o incluso flores y animales. No solo era una marca la que los regalaba; con el éxito que tenían, muchas se sumaron a aquella tendencia.

Hoy en día se siguen regalando, pero la tendencia es diferente. Nos encontramos con muchos tatuajes pequeños  que son los que acompañan a nuestros estilismos. Lo mejor de los tatuajes es que no tenemos que atiborrarnos a pastelitos para encontrar el que más nos guste. Podemos elegirlos o incluso diseñarlos, para tener aquel que vaya acorde con nuestra personalidad.

Y tú… ¿eres más de calcomanías o de tatuajes?