¿Quién no se acuerda de su época de colegial? ¿Y de aquellas excursiones que se hacían? Yo al menos las recuerdo, aunque no todas. Y eso que en mi colegio éramos unos golfos, siempre estábamos de excursión en excursión, algo que nos gustaba a todos y de lo que seguro que alguno y alguna aún recuerdan bien.

En cuarto de E.G.B (Enseñanza General Básica, para los que no sois de España) y cursos posteriores, nos programaron varias escapadas, una de ellas a una fábrica de chocolates. No os podéis imaginar la de gente enferma que no fue al día siguiente a clase debido a la masiva ingesta del delicioso producto en cuestión.

Pero a mí me tocó ir, dado que aunque me gusta el chocolate no soy una fanático de él y no me sentó mal. (me arrepiento de no haber fingido por lo menos, así me hubiera librado del examen oral que me hicieron, aunque lo aprobé por los pelos). Pero bueno, experiencias personales a parte… las excursiones era de lo que más me gustaba en mi época de colegial.

¿Quién no se acuerda de estos vasos?

Y a lo que iba. Cuando nos llevaban lejos, para nosotros lejos era salir de la ciudad, nuestras madres nos pertrechaban con todo lo imaginario que pudiéramos necesitar y que tuviera lugar en nuestra desgastada y pintarrajeada mochila. Bocadillos, servilletas y fruta, eso que no falte.

Pero recuerdo que algunos compañeros tenían madres que parecía que se llevaban a sus hijos a la guerra. Recuerdo un compañero que tuve, de peculiar apellido Manjavacas, que llevaba una de las mochilas más grande que vi en mi infancia, era como para ir al Annapurna y todos estábamos sorprendidos con la fuerza que tenía “el manja” y esperando a que la abriese para ver qué había dentro.

Cuando comenzó a desmontar aquello… era como para haber sacado una foto; tenía una manta dentro, una silla plegable de esas de playa de tres patas, dos tarteras de esas de aluminio con cierres en los lados donde dentro tenía filetes y tortilla y curiosos vasos telescópicos que se plegaban haciendo una cajita en forma circular.

Hoy, no sé por qué, pero me vinieron a la mente esos inventos tan curiosos que hoy en día son de lo más kitch. En vez de vasos telescópicos hay vasos de plástico o papel y en vez de tarteras de aluminio de dos plantas hay tupperwares… ¡Cómo ha cambiado todo!