Ya llegó el verano y con él el tiempo libre para muchos, pero no voy a hablar de lo que unos carecemos y a otros les sobra, hoy quiero echar la vista atrás, como de costumbre, y recordar algunas de las cosas que hacían que el verano fuera mucho más llevadero, como los helados. ¿Cuántos habremos comido en nuestros veranos de la infancia?

Los que no contábamos con una paga o asignación semanal generosa teníamos los conocidos “flash” que no era otra cosa que hielo con edulcorantes y aromatizantes de diferentes sabores; cola, fresa, naranja o limón eran los principales sabores. Los había de 10/15 pesetas, otros un poco más caros de “cinco duros” y unos que llegue a ver que costaban 50 pesetas que eran enormes.

Los tradicionales flashes de hielo

Después y siguiendo la gama del hielo, por cuestiones económicas, estaban los polos, de diferentes marcas y sabores donde uno de mis preferidos era de una marca llamada Royne que no se si aún existe o no, pero tenían un polo de menta por cinco duros que estaba delicioso.

Y dentro de la gama de hielo estaba el Calippo, que hoy en día sigue existiendo testigo de los veranos en nuestro país, aunque desconozco el nombre que esta golosina ha tenido en otros países. Ya un poco más caros, a 45 y 50 pesetas se encontraban el Drácula y el Frigopie, todos ellos helados de palito.

El primero estaba cubierto de algo negro que nunca supe que era pero me encantaba y dentro pues tenía una especie de vainilla y sirope de fresa, simulando sangre y el segundo era un pie con sabor a fresa y la textura era muy cremosa y os puedo dar buena cuenta que era bastante pegajoso en la piel y las manchas eran atroces.También encontrabamos el Mikolápiz, el Colajet, el Frigodedo o el Frigurón entre muchos otros.

El frigopie, helado que no podía faltar en nuestros veranos

Luego ya estaba lo que yo consideraba “gama alta” y no podía comprarme por mi mismo sino que tenia que esperar a que mis padres me lo comprasen, el Superchoc. Era un helado especial con una crujiente cobertura de chocolate con almendras o avellanas y dentro tenía vainilla y justo en el centro un núcleo de chocolate duro. Después estaban los helados de cucurucho, los de bola o los que ya venían preparados y los conocidos como helados “de corte” pero de aquella pensaba que era solo para personas mayores (jajaja).

Y lo más barato era prepararse un Cola-cao bien espesito y congelarlo en un vaso de plástico con un palo de helado en medio y comérnoslo después o los populares morenitos, que tuvieron tanta fama que en los quioscos los vendían congelados. ¿Cuál era tu preferido?