Hoy vamos a recordar uno de los juguetes más codiciados por todos los niños de principios de la década de los ochenta, los walkie-talkies. Unos pequeños transceptores que eran la herramienta indispensable en nuestros juegos de comandos, policia o cualquier cosa realmente… la excusa era tenerlos y ser la envidia de nuestros vecinos y amigos.

Una de las características principales era que si tu vecino estaba relativamente cerca siempre podías dejarle uno (o él a ti) y comunicaros cuando alguno de los dos estaba castigado, os mandaban a la cama o cuando no os dejaban llamar por aquel teléfono de disco, dado que sólo se utilizaba para llamadas de “emergencia”.

Lo malo era la escasa distancia de la que disponían estos aparatos y la rapidez con la que se agotaban las pilas. Vamos… que para nuestros padres era una renta, no sólo nos habían comprado los dichosos aparatos sino que también tenían que pagarnos las pilas cada dos días (o antes) y si no lo hacían… ya estaba el berrinche armado.

El típico walkie infantil de los ochenta

Y cuando no teníamos con quien hablar, siempre podíamos escuchar, dado que de vez en cuando los radioaficionados y algunas emisoras se colaban en “nuestra” frecuencia, algo que nos intrigaba al principio y que perdía el interés al ver que o no contestaban cuando intentabas hablar con ellos diciendo alguna tontería o te contestaban con cualquier lindeza que podía dejarte patidifuso.

Hoy en día con los adelantos tecnológicos que hay, muchos de los niños de ahora no han podido disfrutar de los juegos de comandos en la calle porque están ensimismados con tanto ordenador, móviles, videoconsolas, televisión y un largo etcétera… ¿Alguien ha visto a algún niño jugar en la calle últimamente?