Cuando pienso en las muchas cosas que hacía cuando era un chavalete me viene muchas veces a la memoria aquellos momentos donde me tiraba un montón de tiempo en el salón recreativo, bien sea gastando mi asignación semanal o viendo como lo hacían otras personas, pero la cosa es que me lo pasaba pipa.

Recuerdo hace mucho, mucho tiempo cuando a la sala de juegos que había en mi propia calle llegó una caja enorme que mantuvo en vilo a toda la chavalada de la calle esperando saber qué había dentro de aquella misteriosa caja.

¿Sería una máquina? No… lo cierto es que era muy grande para ser como las demás máquinas… ¡Pues serían dos juntas! Nadie lo supo y allí estuvo esa caja en la sala de juegos durante unas cuantas horas hasta que al día siguiente todos pudimos alucinar con lo que había dentro.

Una vieja máquina de Pole Position

Se trataba de una máquina recreativa que emulaba la cabina de un coche de fórmula 1, con asiento, palanca de cambios, acelerador, freno, volante y una pantalla enorme además de tener un montón de altavoces por todos lados. Se trataba de Pole Position, un arcade de carreras de la compañía Atari que dejó maravillado a más de uno y de una por aquel entonces.

Hoy en día podríamos decir que sus gráficos, al igual que su sonido, eran verdaderamente nefastos, pero para aquel entonces era lo más real que habíamos visto nunca. ¿Cuál era la temática del juego? Pues sencilla, simplemente era acelerar e ir adelantando al resto de competidores para conseguir la mejor marca posible.

Lo cierto es que hubo un tiempo en que casi se hacía cola para jugar a aquel impresionante juego que nos convertía por algunos minutos en auténticos pilotos de fórmula 1 y que sentaría las bases para otros juegos de carreras con carcasas tan estupendas como la que apareción en el año 1982 con este Pole Position.