Hoy vamos a recordar una de las muchas tragedias que tuvieron lugar durante la década de los ochenta, la acontecida el 29 de mayo del año 1985, más conocida como la Tragedia de Heysel, ocurrida durante la final de la Copa de Europa de Fútbol entre el Liverpool F.C y la Juventus F.C.

El estadio estaba hasta la bandera, con más de 60.000 espectadores, y aproximadamente unos 25.000 aficionados de cada equipo y por aquel entonces las zonas de detrás de las porterías eran zonas de pie, algo que hoy en día está prohibido.

La comisión de la UEFA dividió a las aficiones y las dispuso en las zonas de portería opuestas y el resto para todos los aficionados belgas que quisieran ver el partido, aunque muchas de estas entradas fueron adquiridas por un gran número de hinchas de varios equipos que finalmente coincidieron en la misma zona. Imagináos… tifossi y hooligans todos juntitos, menudo plan…

Una cruda imagen de aquel triste acontecimiento

Todo estaba listo para comenzar y una hora antes del inicio de la gran final, en una de las zonas del fondo del estadio, exactamente junto a uno de los córner, zona ocupada principalmente por los hinchas de la Juve fue invadida por hinchas del Liverpool, muchos de ellos borrachos y comenzaron a lanzarles objetos a los italianos.

Esto hizo que se enfrentasen las dos aficiones y los hinchas del Liverpool se abalanzaron sobre los italianos, quienes intentando huir de ellos quedaron aprisionados en una parte de muro donde finalizaba la grada y también contra las vallas protectoras que supuestamente separaban las gradas del campo, lo que hizo que esto se convirtiese en una auténtica trampa mortal.

Finalmente esta tragedia costó 39 vidas (34 italianos, dos franceses, dos belgas y un británico). Aún con este balance la UEFA permitió que se jugase el partido y fue algo dantesco dado que mientras los jugadores estaban en el campo aún podían verse algunos cadáveres en la grada.

Esta fue una de las razones por las cuales actualmente ya no hay vallas protectoras en los campos de fútbol, para evitar que sucedan desastres como el ocurrido el 29 de mayo de 1985 en Heysel.