Si hace unos días recordábamos dos inventos de los ochenta como era el saco de la risa y aquel tubo para guardar monedas, hoy vuelvo a la carga con otra de aquellas invenciones que arrasaron entre la chavalada de aquella época y donde hoy estos inventos no tendrían cabida en un mundo tan digital.

Había una canción de la televisiva (por aquel entonces) Teresa Rabal que decía algo así como: “¡Bota bota la pelota locaaaaa!, ¡Bota bota pero nunca iguaaaal!” ¿La recordáis? Seguro que sí y seguro que ya recordaréis de qué se trata, sí, de aquella tremenda pelota con cuernos donde agarrándonos a ellos como si de un manillar se tratase y poniendo nuestro culo sobre la superficie de esta gran pelota y ayudándonos de las piernas, los más jóvenes de aquella época saltaban y saltaban entre caídas, tiritas y golpes de toda clase.

¿Te trae algún recuerdo esta imagen?

En un principio se llamó “Balón saltador” pero en España tenemos la manía de llamar a las cosas por el nombre que más se adapte y finalmente se rebautizó como “Pelota loca”. Este fue uno de los éxitos de mediados de los ochenta y no había parque, playa o piscina que no contase con un montón de niños y niñas montados con esta pelota.

Pero con el paso del tiempo las paredes de la pelota acababan rompiendo, eso si no encontraba un trozo de cristal, chincheta o cualquier objeto cortante o punzante que hiciese que acabásemos con el trasero en el suelo tras un buen golpe, eso en el mejor de los casos.

Inventos que al principio pudimos comprar en las mejores jugueterías y que finalmente todo el mundo podía hacerse con una de ellas en las tómbolas de las ferias… ¡Y como bota la pelota loca oiga!