A todos los niños, o al menos eso creo, siempre nos gustó destrozar y volver a construir, como pudimos hacer una y mil veces con nuestro Tente, aquel juego de construcción que tantas horas de diversión nos dio o el Lego, prácticamente lo mismo pero con otro nombre y diferentes formas. Pero algo que también era de construir, y no me refiero al Mecano, eran los populares Exin Castillos ¿Os acordáis?

Una curiosa caja repleta de piezas con la que construir nuestro propio castillo y dar rienda suelta a nuestra imaginación y meter allí desde muñecos hasta camiones o todo lo que se nos pasase por nuestra infante mente, la cuestión era jugar y pasar un buen rato.

Exin Castillos contaba con diferentes líneas y tamaños, obviamente, la caja más grande tenía más piezas y complementos. Pero fuera cual fuera nuestra caja, era un mundo fantástico el poder construir nuestro propio juguete, destrozarlo y volverlo a construir de una forma totalmente diferente o juntando piezas de nuestros amigos o de más cajas que nuestros padres nos hubieran comprado.

Uno de los modelos más pequeños

Al menos por aquel entonces se nos pasaba por la cabeza que cuanto más grande el juguete mejor, hoy en día pasa todo lo contrario… curiosidades de la vida.

Sobre una base con relieve irían colocadas las piezas a nuestro gusto, tanto si era para hacer un simple muro o si era para construir un verdadero castillo, con puerta, torres, escudos heráldicos, almenas, figuras y todo lo necesario para ir a la época medieval y luchar como verdaderos caballeros.

Lo único malo de este juego era que cuando te habías construido un castillo como Dios manda, llegaba tu madre diciendo que recogieses los juguetes y como no quería tener a una minifortaleza en medio de la habitación no te quedaba otra que intentar memorizar su forma y meter todas las piezas en la caja para volver a hacerte un castillo otro día.

¿A vosotros os ha pasado esto también?