Para nuestra entrada diaria volvemos a montarnos en la máquina del tiempo para irnos hasta el año 1984 y recordar una película, que, según la crítica, estaba adelantada a su época. Se trata de Electric Dreams, un metraje dirigido por Steve Barron y con una estupenda música de Giorgio Moroder.

La película se centra principalmente sobre el apartamento de Miles, un hombre muy tímido e introvertido que compra un ordenador personal. Tras haberlo utilizado durante un tiempo, decide conectarlo con el ordenador de la empresa, aunque la cantidad de datos que recibe es tan grande, que el ordenador se recalienta y comienza a echar humo.

Para evitar que se incendie decide derramar una copa del champán que está bebiendo, después lo seca y ocurre algo que no espera, el ordenador comienza a adquirir inteligencia propia. Al principio Miles no sabe lo que ocurre e insiste en la tienda donde compró el ordenador para reclamar su garantía, pero no consigue nada.

Miles en la tienda de ordenadores

Ya de vuelta a casa Miles se encuentra con su vecina Madelaine tocando una melodía en su violonchelo y se queda embelesado, pero en ese mismo momento, y sin saber por qué, el ordenador, al que llama Edgar, logra escuchar la música y comienza a repetir mediante sonidos MIDI todo lo que ella tocaba con su violonchelo.

Poco a poco, mientras la película va avanzando, Edgar comienza a desarrollar más inteligencia, habla, compone música e incluso llega a enamorarse de Madelaine al igual que Miles. Una pugna entre máquina y hombre que llega cargada con un mensaje de amistad. ¿La recordáis?.