Los años ochenta, además de ser la última década donde los amantes del tenis pudieron ver a John McEnroe en sus mejores años o a tenistas del bagaje como Ivan Lendl, Jim Curier, Bjon Borg o Mats Wilander entre otros, también destacó un tenista que sirvió como eslabón de esta gran hornada de deportistas con la que vendría posteriormente cuando éstos hubieron dejado la élite.

Se trata de Boris Becker, tenista que en su tiempo tendría el honor de contar con el servicio más rápido sobre tierra batida, todo un hándicap para aquellos que se enfrentaban a él en los partidos, dado que éste no era el único de sus puntos fuertes sino que sorprendía con su poderío físico y estupenda visión de juego.

El gusanillo por el deporte de la raqueta le vino inculcado por su padre, quien siempre le animó para practicar este deporte y cuando tenía 17 años comenzó su andadura como jugador profesional tras haber demostrado con creces su valía, habiéndose hecho con un buen número de torneos y unas estupendas críticas deportivas.

Boris Becker, todo un portento en cualquier superficie

Su primer gran éxito fue en la antesala del torneo de Wimbledon, el Queen’s de 1985, donde se hizo con el primer puesto, disputando así su primer Grand Slam donde arrolló a todos los que jugaron contra él y ofreció un estupendo partido en la final que le enfrentó al sudafricano Kevin Curren.

Cuando quedó campeón se convirtió en el jugador más joven en ganar este prestigioso torneo, contaba con tan solo 17 años y 7 meses, haciendo historia y enseñando a todo el mundo cómo había nacido una estrella que no solo ganaría este Grand Slam, sino que también llegaría Wimbledon en 1985, 1986 y 1989 y finalista en 1988 y otras tres veces en la década de los noventa. En los ochenta también se hizo con el US Open de 1989 y llegó a las semifinales de Roland Garros en 1987 y 1989.

Su palmarés total fueron 6 Grand Slam, 3 Copas de Maestros, 5 torneos de categoría Masters y 35 torneos de menor categoría además de 28 finales y 15 títulos en la categoría de dobles. Todo un portento que hoy recordábamos con nostalgia.