Quizá este no sea uno de los post más largos que haya escrito en nostalgia80.com pero hoy quiero recordar humildemente a unas personas que también formaron parte de nuestra infancia, directa o indirectamente, y a los cuales veíamos desde nuestras ventanas cuando comenzaba a dar gritos y a tocar una melodía repetitiva con una pequeña armónica.

Si, esa persona era el afilador. Alguien que trae el mal tiempo según dicen las abuelas, aunque yo no recuerdo que lloviera cada vez que veía a este curioso personaje por mi calle. Recuerdo que cada vez que oía su grito de guerra: “El afiladoooooorrrrr” me iba al balcón a ver cómo trabajaba.

Recuerdo que iba con un carro de una sola rueda que llevaba como el que va con una carretilla, tenía unas patas para apoyarlo en el suelo, y un pedal para accionar el movimiento de aquella rueda que hacía girar un pequeño esmeril con el que daba filo a los cuchillos más romos que las mamás y abuelas de aquel entonces tenían en lo más profundo de sus cajones de cocina.

No es el mismo, pero sirve para ilustrar la entrada

El señor además iba ataviado con una especie de bata de color azul que le llegaba hasta la cintura y por norma general solía ser una persona mayor. Posteriormente las cosas cambiaron, pero el afilador seguía aquí, impertérrito, con su grito y su armónica, pero esta vez con una bicicleta que descansaba en un caballete mientras usaba sus piernas para hacer girar la rueda y ésta a un pequeño esmeril sobre el manillar.

Y finalmente comenzaron a aparecer los afiladores motorizados, ya iban en moto y te afilaban el cuchillo en un santiamén, así como también te llevaban un billete de Manuel de Falla en afilarlo, pero eso sí, qué bien quedaban y cuanto duraban afilados. ¡Qué tiempos aquellos! Pero hoy en día y muy muy de vez en cuando podemos escuchar aquella armónica que nos evoca a nuestra infancia cuando aquel popular señor en nuestro barrio ayudaba a nuestras abuelas y mamás a tener los mejores cuchillos.