Hoy recordamos a una de las velocistas más famosas de los ochenta, Florence Griffith Joyner, conocida cariñosamente en el mundillo del atletismo como Flo-Jo. La reina de la velocidad de los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988, nació en 1959 en un barrio de Los Ángeles, siendo hija de un electricista y de una maestra de escuela.

Tenía once hermanos y desde muy pequeña ya tuvo que conocer cómo era vivir en un suburbio peligroso, rodeada de drogas y de jóvenes que entraban a formar parte de bandas y cuya esperanza de vida no era precisamente larga. Pero había una cosa que alejaba a Florence de las calles, el deporte, sobre todo correr, era algo que realmente le gustaba.

Entrenando en las instalaciones de la Universidad de California

Estuvo becada para practicar el atletismo en la Fundación Ray “Sugar” Robinson, donde pronto comenzó a destacar dado que ganaba con gran facilidad a los demás chicos de su edad y también más mayores. Pero aunque este era un hobby que le encantaba, no reportaba el dinero que tanto necesitaba su familia, por lo que decidió abandonarlo muy a pesar suyo.

Tras graduarse en secundaria se matriculó en Ciencias Empresariales en la Universidad Estatal de California, pero no tenía recursos económicos suficientes para sufragar sus estudios y comenzó a trabajar como secretaria en un banco, aunque seguía con el gusanillo de las carreras.

Todo cambió cuando conoció a Bob Kersee, un entrenador que rápidamente se dio cuenta del enorme potencial que tenía como velocista. Le consiguió una beca para estudiar psicología en la universidad y pronto se pusieron a entrenar en serio. Sería en 1982 cuando Florence ganaba el título nacional universitario en la prueba de los 200 metros lisos a la par que en otras pruebas sus cronos bajaban paulatinamente.

En los Campeonatos del Mundo de Helsinki en 1983

En 1983 participó en los Campeonatos del Mundo de Helsinki, donde quedó cuarta en los 200 metros lisos. Y al año siguiente se hizo con la medalla de plata en la misma prueba celebrada en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, únicamente superada por la también norteamericana Valerie Brisco-Hooks.

En este importante evento deportivo fue cuando conoció a su marido, el también atleta Al Joyner, campeón olímpico de triple salto en aquellos mismos juegos. Y como decían en un mítico programa televisivo… “hasta aquí puedo llegar”. En el siguiente post continuaremos conociendo a esta formidable atleta.