Seguro que tienes un sistema de sonido en tu salón que no tiene nada que envidiar a la tecnología de los 80’s, como mínimo es probable que tengas una barra de sonido como las que puedes encontrar aquí. Pero, nosotros que somos unos nostálgicos no podemos dejar en el olvido nuestro primer equipo Hi-Fi.

Wharfedale Diamond 1 (1982)

Si nos vamos 40 años atrás, poca gente hubiera podido pensar que estos altavoces llegaran a dominar el mercado durante varias generaciones, y es que, su precio económico enamoró a más de uno.

Tan solo tenían 24 centímetros de altura, los originales eran muy pequeños, pero ofrecían una elevada calidad en sus graves y tenían un tono elevado muy suave al oído. Los Diamonds eran mucho más baratos que otros altavoces de la competencia y no por ello se acomodaron. Las generaciones posteriores de estos altavoces fueron mejorando en materiales y acabado, probablemente los Diamond 220 sean los mejores Diamond que haya tenido la marca. Sin embargo, nuestra nostalgia nos hace echar de menos especialmente los de la primera generación.

Mission Cyrus One (1984)

Más adelante, Mission Cyrus One, lanzó unos altavoces con una sorprendente calidad sonora. Este amplificador es uno de los primeros productos de la marca, en sus primeros modelos utilizaron una carcasa de plástico con el objetivo de eliminar los efectos de distorsión de las corrientes de Foucalt, pero las versiones posteriores cambiaron a una carcasa de metal fundido que era altamente sofisticada.

El Mission Cyrus One era un amplificador purista, diseñado para proporcionar la mejor experiencia sonora. Siempre que se simpatice básicamente con su presentación delgada y ligera -la potencia de salida era de sólo 25W por canal- este amplificador asombraba con su agilidad y expresión dinámica. Cuando se trata de la percepción y el descubrimiento de los detalles más finos, podía rivalizar con la mayoría de los amplificadores que costaban el doble.

Naim 32 preamplifier (1984)

Se trata de una combinación clásica de alta gama de Naim, que formaba el corazón de miles de sistemas de alta fidelidad en la década de 1980.

Se presentaba en tres partes: el preamplificador 32 acoplado a una fuente de alimentación dedicada de alta calidad y el ya legendario amplificador de potencia estéreo 250. Juntos, este trío podía ofrecer dramatismo y delicadeza en porciones impresionantes.

Según los estándares actuales, el sonido podría haber sido más transparente y nítido, pero en aquella época poco podía igualar la pegada dinámica de esta combinación.

Por aquel entonces, Naim mantenía una estrecha relación con Linn, por lo que este amplificador se encontraba a menudo asociado a un tocadiscos Linn LP12 utilizado como fuente.

¿Y tú? ¿Qué equipo de música tenías en tu casa? ¿Recuerdas alguno con especial nostalgia? Cuéntanoslo en los comentarios.