El universo de los superhéroes dio en los años ochenta un paso adelante en lo que tiene que ver con la humanización que los ha llevado a ser tan conocidos hoy en día. Sin este cambio fundamental, los más conocidos que existen en el universo de Marvel o DC Comics no habrían logrado entrar en las casas de todas las familias a modo de película o serie. Por lo tanto, hablamos de una década importante para este tipo de creaciones.

Muchos de los personajes más conocidos, como por ejemplo Spider-Man, Batman, Iron Man o el propio Superman, cambian el tono en los cómics en los que aparecían. La idea es que una vez que se había explotado de una forma intensiva los poderes que ofrecía cada personaje -independientemente de la factoría desde la que llegaban-, ahora tocaba darles un toque más humano a los que no lo tenían por defecto. Las mentes privilegiadas de Stan Lee o Frank Miller era complicado explotarlas más, las cosas como son.

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No fue un cambio sencillo, pero sí acertado

Lo cierto es que en un principio existieron bastantes quejas a la hora de entender que, aquellos que tienen superpoderes, tomaban decisiones mucho más humanas debido a la interacción de sentimientos y las personas a las que defendían. Antes no era así: simplemente el modus operandi era detectar el mal y acabar con él de la manera que fuera necesario. Y, esto, se notaba que estaba en fase de agotamiento.

La idea del cambio partió de Marvel, que viendo que Spider-Man se colocaba como su referente mundial, se dio cuenta de que esa parte de culpa del hombre araña -poco entendida por muchos-, era clave para que todo encajara y se consiguiera un trasfondo de que gustaba a la inmensa mayoría de los lectores. Y, por lo tanto, tomaron la decisión de hacer lo mismo con otros personajes… aunque para algunos fue muy complicado conseguirlo (un ejemplo de esto es Hulk, pero al final se dio también con la tecla).

A continuación, le tocó el turno a DC Comics, que no quiso quedarse atrás y lanzó títulos donde sus personajes más importantes daban un giro a la forma en la que actuaban. Un ejemplo de esto fue la llegada de la saga El regreso del Señor de la Noche de Batman. Pero aquí había un cambio: esta compañía no era tan buenista, y no le importaba dar un tono más oscuro a los superhéroes… y lo cierto es que lo consiguieron.

No llegaron grandes novedades

Y esto no fue debido a que Marvel y DC Comics no lo intentaran… pero los lectores mantenían sus gustos, y se decantaron por los superhéroes de siempre, sobre los que puedes aprender más en la enciclopedia de Marvel. Se produjo en los años 80 una expansión de las líneas editoriales de muchos de ellos, con la aparición de líneas temporales paralelas que fueron muy interesantes. Superman, Thor, Capitán América y, como no, los propios Spider-Man y Batman tenían aventuras diferentes en los mismos lugares. Un poco caótico, pero no resultó problemático para los amantes de los cómics. Por lo tanto, en este tipo se revitalizó la afición de una forma casi definitiva después de los malos ratos de los 70.

Figuras femeninas, llegó su momento

Las heroínas comenzaron a empoderarse en esta época. No era algo especialmente notorio, pero sí que mostraba que la industria del cómic valoraba de forma positiva este cambio que era tan necesario como positivo. Algunos ejemplos de lo que decimos es que la Mujer Invisible de los 4 Fantásticos -ya nada de chica y que se llama Susan Storm-, comenzó a tener un espacio central en las aventuras. Y ojo a su versión oscura llamada Malicia, que ponía en jaque a una sociedad especialmente machista.

Y tampoco hay que olvidar llegadas como Hulka que tenían ya un espacio completamente independiente o Wonder Woman de DC Comics que ha sido siempre todo un referente y que en los años 80 pasó a tener unas historias mucho más potentes y con trasfondo, lo que la hicieron ganar una gran cantidad de adeptos debido incluso a una clara mejora en sus ilustraciones.