Para la entrada de hoy nos vamos a ir al mundo del celuloide para recordar una película que podéis ver tranquilamente durante estas próximas vacaciones de Navidad y echar unas buenas carcajadas. Se trata de una comedia de 1983 titulada Zelig y dirigida por el maestro Woody Allen.

En esta película se dan cita ciertos aspectos que van muy unidos a este prolífico director como el humor, su pasión por el jazz y algunas de sus obsesiones como la sociedad, la identidad o el sexo entre otros. Está tratada como si se tratase de un documental y la trama se desarrolla a finales de la década de 1920, con un misterioso hombre que llama la atención de todo el mundo dado que aparece en diferentes lugares del mundo y con diferentes aspectos.

Allen interpreta a Leonard Zelig, quien tiene una extraña capacidad para cambiar su apariencia adaptándose completamente al medio en el que éste se va moviendo, lo que hace que se gane el sobrenombre de Camaleón.

Uno de los momentos de la película

Ante estos acontecimientos, una psicoanalista llamada Eudora Fletcher (Mia Farrow) comienza a investigar el caso y busca analizar el estado mental de Zelig, de quien descubre que tiene un caso extremo de inseguridad tal que le lleva a camuflarse entre las personas, adaptando su aspecto para así poder aceptado, pasando por diferentes épocas de la historia como la depresión económica de Estados Unidos o la Segunda Guerra Mundial.

Lo que más llama la atención de este personaje es que cuando se entremezcla con judíos le crece la barba y los clásicos tirabuzones así como cuando se mezcla con gente negra, tanto su piel y tono de voz cambian. Finalmente con la investigación entre la psicoanalista y el camaleón nace una relación sentimental que hace que Zelig haga progresos en su recuperación.