Hoy quiero compartir con vosotros un recuerdo especial de mi niñez, si, aquella en la que muchos tuvimos la suerte de tener un salón recreativo cerca de casa para poder gastar nuestra paga semanal jugando a aquellos videojuegos que hacían furor entre la gente más joven y los verdaderos fanáticos de las máquinas.

El juego se llamaba (y llama) Xain’d Sleena, aunque también era conocido como Soldier of Light y también Solor Warrior. En este juego dábamos vida a un soldado espacial que debía visitar varios planetas y arrasar prácticamente con todo lo que en él estuviera; obviamente es un verdadero shot’em-up dado que contábamos con varias armas que nos harían más fácil nuestra lucha contra los enemigos.

El juego contaba con un scroll horizontal hacia la derecha y para hacerlo más interesante, también contaba con diferentes plataformas para ponérnoslo más difícil. Nuestro protagonista poseía una habilidad especial que le permitía impulsarse más alto estando en pleno salto. No todo iba a ser complicado…

Screenshot del juego

Como buen juego que se precie, al final de cada fase y después de habernos encontrado y defenestrado a todos los enemigos posibles, nos teníamos que enfrentar al tradicional jefe, un personaje con más resistencia y mejores armas que todos los esbirros que nos habíamos encontrado en el camino.

Una vez muerto el jefe, nuestra nave bajaba del cielo y debíamos correr para subirnos en ella y escapar del planeta antes de que explotase. De esta forma emprenderíamos la ruta hacia el siguiente planeta, pero de una forma original, porque en esta ocasión tendríamos que manejar la nave espacial e ir destruyendo todo lo que aparecería en pantalla.

Una vez en el siguiente planeta, la mecánica era la misma, matar matar y matar, hasta que llegabas al final, aquel momento esperado por todos, sobre todo por el jugador, y la gran desilusión venía después cuando no había ni una triste cinemática y solo se veían letras y más letras y algún dibujo que otro.