Continuamos en el mundo de los videojuegos y hoy le llega el turno a uno de los más aclamados y famosos de la segunda mitad de nuestra década favorita, donde la todopoderosa SEGA era el líder en creación de juegos para las recreativas y con el lanzamiento de “Wonder Boy” obtendría un gran éxito, tal que decidirían incluir este juego en su listado para los de una consola que ya hemos hablado en este blog, la Master System II, predecesora de la Megadrive.

En 1986 hacía aparición en los mejores salones recreativos una máquina que cautivó a grandes y pequeños, era innovadora, con una trama sencilla y que aportaba grandes cantidades de entretenimiento siempre que fueras un poco ágil con los mandos y tuvieras cierta dosis de reflejos (y no en el pelo precisamente)

Y si de pelo hablo, hay que destacar la cabellera rubia que luce nuestro protagonista, quien se ve inmerso en la búsqueda y rescate de su novia Tanya, quien ha caído en las garras del malo de turno. En este juego encarnaremos a este joven chico y tendremos que luchar contra infinidad de enemigos para rescatar (o intentarlo) a nuestra novia.

Vista de una de las pantallas sobre nuestro monopatín

En el camino nos encontraremos con caracoles, abejas, serpientes, pulpos, murciélagos, rocas rodantes, hogueras, precipicios y una lista interminable de obstáculos que deberemos matar o sortear para continuar adelante. En la pantalla inicial, al igual que cada vez que nos matan, sea la zona que sea, no tendremos ningún arma, deberemos buscar unos huevos blancos que hay repartidos por todas las pantallas que nos darán nuestra principal arma, un hacha.

Asimismo, estos huevos esconden otras sorpresas como un monopatín, mediante el cual iremos más rápido en todas las pantallas, aumentando la dosis de adrenalina y velocidad en las mismas, eso sí, solo dura hasta que chocas contra algún enemigo u objeto, después volveremos a usar nuestras cortas piernas para seguir avanzando en este juego de scroll horizontal.

Otra de las sorpresas que podremos encontrar en estos huevos es un pequeño hada que nos volverá invencibles durante todo el tiempo que dure la música que acompaña a tan peculiar personaje, nada nos podrá detener, ningún enemigo, fuego o roca, excepto los precicipios; recuerda, es un hada, no es Dios.

Parte de la escena final del juego

A todo esto debemos sumarle algo muy importante, en la parte superior de la pantalla nos encontraremos con una barra de salud que irá bajando progresivamente y que deberemos ir aumentando comiendo todas las frutas y manjares que se nos cruzarán en nuestro camino y que se convertirán en energía que nos ayudará a mantenernos vivos, si la energía llega a agotarse, pasará lo mismo con nuestra vida, moriremos.

Cada fase consta de 4 pantallas y al final de cada fase tendremos que enfrentarnos contra un monstruo que nos lanzará bolas de fuego, cada uno de forma diferente y sin seguir el mismo patrón que el anterior, pero… cual es nuestra sorpresa que después de haberle lanzado varias hachas a su enorme cabeza, le aparece otra y nuestro enemigo se va (!) esto quiere decir que hasta que no lleguemos a superar todas las pantallas y haber matado a todos los monstruos de cada fase no podremos rescatar a nuestra querida novia.

Seguro que he evocado recuerdos a más de uno que ha crecido entre salones de juegos o videoconsolas. Si aún no conocéis este entretenido juego, probad con los diferentes emuladores que podéis encontrar en Internet de forma gratuita y volved a vuestra juventud por unos instantes.