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Todos y todas hemos pasado por ello, hemos tenido la suerte de haber vivido en una generación en la que la televisión jugaba un papel principal en nuestros momentos de entretenimiento porque aunque en los ochenta, sobre todo a finales, ya existían los ordenadores personales a nivel particular con sus juegos y todo eso, aún faltaban años para que llegase Internet, por lo que dibujos animados como los Transformers era lo más moderno y tecnológico que podía ver la “chavalada” de aquel entonces.

Por ello la televisión nos permitía ser partícipes de infinidad de aventuras, bien mediante películas o series. Yo, que en los ochenta era un crío, me tragué mucha, muchísima televisión, y gracias a la genética o quién sabe… tengo una buena memoria, recuerdo bastante bien muchas de las cosas que veía en la tele, sobre todo los dibujos animados, algo muy acorde a mi edad por aquel entonces.

A mediados de los ochenta llegó a la televisión una serie que me apasionaba y que estaba a años luz de lo que solíamos estar acostumbrados a ver, Transformers. Era una serie inspirada en los famosos cómics de Marvel, aunque eran ligeramente diferentes a lo que se había leído hasta entonces.

En esta serie teníamos muy presente al binomio buenos contra los malos, es decir, los Autobots contra los Decepticons. A ello había que sumarle la maestría de los dibujantes y animadores japoneses, expertos en crear infinidad de series durante aquella década, lo que unido a una marca tan importante como Hasbro, hizo que la serie fuera todo un éxito entre el público infantil.

Estoy seguro que los que también fuisteis unos niños o niñas en aquellos años esperabais aquel momento en el que aparecían los malos y todos se convertían en un objeto diferente para luchar entre ellos. ¿A quién preferías a Optimus Prime o a Megatrón?