Corría 1985, y los productores musicales conocidos como los reyes Midas, es decir, Stock, Aitken y Waterman, lanzaron a la fama a un, hasta entonces, mediocre cantante de Soul llamado Rick Astley que formaba parte de un grupo llamado FBI.

Pete Waterman, la cabeza visible de la productora PWL, convenció a Rick para que se mudase a Londres para catapultar su carrera musical dado que Waterman consideró que el potente chorro de voz de Astley añadiría un toque muy especial al panorama musical de aquella época. Y digo esto porque durante bastante tiempo mucha gente pensaba que el pelirrojo bajito que salía en los vídeos musicales era quien ponía la cara, pero la voz no era la de él.

Rick Astley, ídolo de masas a finales de los 80

Su primer sencillo titulado “When you gonna” no tuvo mucho éxito quizá por las prisas de lanzar a Rick al estrellato, pero a la segunda fue la vencida con su single “Never gonna give you up” que colocó a Rick Astley en el puesto número 1 de las Billboard americana y británica, además de ser número uno en prácticamente toda Europa, Canadá y conseguir un meritorio 3 puesto en la lista australiana, todo ello en 1987.

El éxito seguiría a su lado también en 1988 donde consiguió también número uno en Estados Unidos y Reino Unido con su single “Together Forever” pero a finales de los 80 Astley se separa de sus mentores de PWL y en 1991 lanza un disco llamado “Free” con poco éxito cayendo prácticamente en el olvido hasta 1993 donde lanza otro disco titulado «Body & Soul«, pero quizá con menos éxito que el anterior.

Aquí podría decirse que comenzaba el declive musical de este artista que tuvo un corto tiempo de gloria en todo el mundo y que hizo que muchos de nosotros bailásemos al ritmo de sus canciones que hoy por hoy se mantienen en nuestros recuerdos.