Aunque el coche del que voy a hablar tiene una larga historia que se remonta hasta 1936, no voy a ir tan lejos en el tiempo sino que, como siempre, me voy a quedar en los ochenta, exactamente en 1984, para recordar uno de los bombazos que había en las carreteras por aquel entonces, el Opel Kadett.

Lo que destacaba de este modelo frente a su sucesor, el Kadett D, era su aerodinámica y sobre todo la gran gama de carrocerías y modelos con los que contaba, como por ejemplo el 3 y 5 puertas, el caravan, el sedán o el cabrio con techo abatible que fue diseñado por el la genial compañía Bertone allá por 1987.

Pero el peso pesado de esta generación “E” del Kadett era el GSI con motorización 2.0 lanzado en 1988 y al que se le añadió una culata multiválvula que daba al GSI 16 válvulas una nada despreciable potencia de 156 caballos.

Aspecto de un Opel Kadett GSI bastante bien cuidado

El GSI era “lo más” y era una verdadera delicia verlo a toda velocidad por las avenidas de nuestra ciudad con aquel sonido tan característico que tenía. Además se distinguía de las demás motorizaciones, además de por el ruido, en sus faros, intermitentes, defensas e incluso en su alerón.

En ocasiones llevaban faros antiniebla delanteros y todos tenían 3 puertas, incluido el cabrio, a excepción del GSI de 16 válvulas que tuvo su versión de 5 puertas. Contaba con suspensión delantera de tipo MacPherson y la trasera era semi-rígida compuesta por dos brazos oscilantes y en cuanto a sus frenos tenía doble circuito en diagonal con servofreno y frenos de disco delante y de tambor atrás, aunque para la versión GSI eran de disco en las cuatro ruedas.

Fue tan famoso que sirvió como base para el Chevrolet Kadett/Ipanema, el Vauxhall Astra Mk.2/Belmont o el Daewoo Le Mans/Cielo/Nexia. Vio el fin de sus días allá por 1991 cuando fue sustituido por su evolución, el Opel Astra.