Regresamos al mundo del deporte con una de las mejores atletas de los años ochenta, Marita Koch, una corredora de la cual los aficionados al atletismo seguramente recordarán. Nació el 18 de febrero de 1957 en Wismar, Alemania, y su primera aparición en la élite mundial fue exactamente veinte años más tarde, donde batió los récords de 200 y 400 metros en pista cubierta, todo un hito.

El primer éxito a nivel continental llegaría en los Campeonatos de Europa Indoor celebrados en San Sebastián, donde se hizo con el oro en la prueba de los 400 metros lisos. En verano del mismo año tuvo la oportunidad de medirse a la polaca Irena Szewinska, plusmarquista mundial de los 400 metros, aunque ya estaba casi en el ocaso de su carrera, pero que aún así supo mantener el tipo y ganó a la meteórica Koch.

Marita Koch e Irena Szewinska

Marita continuó entrenando duramente y poco a poco se hizo un nombre en el difícil mundo de las atletas de por aquel entonces y decir su nombre en una prueba era tener una favorita para la misma. En 1978 batiría el récord mundial de los 200 metros con una marca de 22:06 y también su propio récord de los 400 metros en un registro de 49:19, diez centésimas menos que la polaca Szewinska.

Pero todo no acabó ahí, consiguió rebajar esa marca hasta los 49:03 en Potsdam y en los Campeonatos de Europa de Praga lo bajó más aún hasta los 48:94, haciéndose con el oro y convirtiéndose en la primera mujer en bajar de los 49 segundos e incluso ese mismo año se hizo con el oro de los relevos 4×400 con el equipo de la Alemania Oriental.

Koch era un auténtico tornado imparable y en 1979 se convirtió en la primera mujer en bajar de la barrera de los 22 segundos en la prueba de los 200 metros con 21:71. Además batiría su propio récord de los 400 metros en dos ocasiones y dejándolo en los 48:60, algo prácticamente inalcanzable para muchas de las atletas de la época.

Una imágen a la que nos tenía acostumbrados

Pero a todo gran atleta le tiene que llegar el sabor de la derrota, algo que ocurrió en la Copa del Mundo celebrada en Montreal en 1979 donde cayó ante una joven promesa llamada Evelyn Ashford, de quien hablaré más adelante.

De momento nosotros lo dejamos aquí y en los siguientes post continuaremos conociendo la progresión meteórica de esta atleta tan recordada y de algunas de sus gestas más importantes.