Mucho tiempo después de que aparecieran aquellas pequeñas figuras de la Guerra de las Galaxias, hoy en día convertidas en objetos de culto y por las que se llegan a pagar cifras astronómicas, la juguetera Hasbro volvía a lanzar otras pequeñas figuras de apenas 10 centímetros de altura y volvieron a arrasar no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo.

Parecía que el mundo de las grandes producciones siempre vendría acompañado de una masiva campaña de marketing y todo lo que arrastra un fenómeno de masas como fue G.I. Joe, una serie cómics que entusiasmo al público más joven entre 1982 y 1994, cuando aún se solía leer, aunque fueran “cuentos” como decían nuestras madres.

El éxito llego a más y pocos años después de estrenarse, creo que allá por 1987, comenzaron a llegar las primeras figuras de estos personajes, donde estaban absolutamente todos los soldados de élite, los buenos, y los de la organización terrorista Cobra, los malos malísimos.

Algunos de los muñecos de la colección

Pero no solo salieron muñecos de uno y otro bando, sino que volvía a ocurrir como con los muñequitos de Star Wars o las muñecas de Barbie por poner un ejemplo, venían acompañados de los indiscutibles vehículos, armas, aparatos voladores y demás, para engordar el bolsillo de los comercios y dejar en la ruina a los papás más permisivos, dado que el precio era bastante alto.

Pero era igual, sabían que invirtiendo ese dinero en los dichosos muñecos, el crío estaría callado durante una larga temporada entretenido en su cuarto con los muñecos de G.I. Joe, pero éstos tenían un problema… la goma central que sujetaba el cuerpo de las piernas se rompía con facilidad y ya estaba el lío armado de nuevo y el niño llorando y gritando que quería más y más muñecos, el cuento de nunca acabar. Y vosotros… ¿los conocísteis?