La literatura siempre ha tenido un papel importante en la historia y han sido miles de escritores los que han ido dejando siglo tras siglo su impronta y su legado, pero hoy será como siempre, esto no tratará de historia antigua sino que regresamos a la década de los ochenta para recordar un libro, exactamente al año 1985.

Se titula La sonrisa etrusca y fue escrita por José Luis Sanpedro y en ella nos cuenta la historia de Salvatore Roncone, un anciano bastante cascarrabias y muy tozudo, quien tiene un especial cariño a Calabria, la tierra que le vio nacer, de la cual no se quiere ir pase lo que pase.

Pero debido a un cáncer que le ha sido detectado, su hijo Renato lleva, a regañadientes, a Salvatore a Milán, donde será tratado de esa enfermedad que poco a poco se estaba apoderando de su vetusto cuerpo, pero esto no sería el único hecho importante de la trama.

Portada de la publicación

Cuando llegan a la ciudad su hijo Renato, su mujer y su único hijo, Bruno, de trece meses, forman una familia aburguesada y urbana, haciendo un gran contraste con el anciano, quien está acostumbrado a las cosas sencillas y humildes, alejado del mundo de olores, de costumbres machistas y de rencillas familiares, algo que no va con él.

Salvatore es feliz con su nieto Bruno dado que ese era el nombre que recibía cuando el anciano formaba parte de la resistencia partisana, algo que no sabía ni su propio hijo, Renato. Poco a poco va naciendo una estrecha relación entre el abuelo y el pequeño nieto, donde vuelca su ternura y quien pacientemente intenta transmitir ese amor por la vida que siempre le ha acompañado durante toda su vida y que ve cómo poco a poco ésta le está abandonando.

Una lectura en ocasiones dura, en otras ocasiones tierna y cercana y en muchos momentos muy especial, algo bastante recomendable para esos días libres que todos o casi todos tendremos durante este verano.