Hoy estuve pensando en todos los juguetes y chorradas que tuve cuando era un peque, la verdad es que no puedo quejarme porque en mi infancia casi siempre tuve lo que pedía, aunque nunca llegaron a traerme un Scalextric o el Ibertren que tanto me gustaba, pero tampoco era un niño tan caprichoso y siempre me encantaba cualquier cosa que me regalasen.

Recuerdo que me regalaron en una ocasión el cubo de Rubik, pero lo encontré tan absolutamente soporífero (debía tener 7 u 8 años) que acabé regalándoselo a mi tía, la cual se mofaba de mí porque me aseguraba que lo había hecho en muchas ocasiones y que yo era el tonto de la familia…

Trapos sucios aparte. Hoy recordé que en esto de los puzles y cosas para comerse la sesera, como el caso del Cococrash, había algo que se me escapaba hasta que hoy llegó a mi mente. ¿Os acordáis de la serpiente de Rubik? También conocida como Rubik’s Twist.

La cobra y una pelota

Con ella podíamos girar y girar las piezas en un sentido y en otro hasta conseguir figuras abstractas o curiosas formaciones como una pelota, un perro o una cruz, la verdad que los límites nos los ponía nuestra propia imaginación.

Lo bueno es que no hay solución errónea y puedes acabar el juego cuando quieras que siempre habrá una nueva forma, todo lo contrario que con el cubo, que o lo acababas de hacer o lo dejabas por imposible. Con la serpiente era diferente, siempre inventando nuevas formas y la verdad es que enganchaba, y mucho.

Espero que algún día pueda volver a caer en mis manos una de estas. ¿Os acordáis de ella?