Fue en el año 1980 cuando John McEnroe alcanzaría el puesto número uno en la clasificación mundial, ocupando ese puesto durante un mes. Ese mismo año llegó a la final de Wimbledon tras vencer a Jimmy Connors en semifinales en un encuentro caracterizado por los continuos improperios contra los jueces de línea entre otros.

En la final se las vería con quien sería también su bestia negra, Björn Borg, que optaba a su quinto título consecutivo en este evento y esta final, para muchos, está considerada como uno de los mejores partidos de tenis de la historia, lo que nos puede dar una idea de la extrema calidad que había en la cancha.

El sueco Björn Borg

La prensa lo consideraba como el partido del siglo y comenzó favorable para McEnroe quien ganó a Borg por 6-1 en el primer set, pero fue el sueco el que se llevó los dos siguientes poniendo el encuentro al 100% y llegando al tie-break en el cuarto set, algo hasta entonces inédito en Wimbledon.

Mente fría y nervios de acero, los dos pesos pesados del tenis de los ochenta cara a cara en el juego más importante de sus vidas y cada uno con sus propias armas; el neoyorquino con su excepcional volea y el sueco con sus passing shots, ambos haciendo gala de su buen juego y ofreciendo un espectáculo digno de ser recordado.

Tras 5 puntos de partido a favor de Borg y 7 para McEnroe se terminó el tie break con 18 a 16 a favor del norteamericano tras 20 minutos de intenso juego, algo que aumentó la moral de McEnroe y que parecía que la balanza se inclinaba de su lado pero no pudo romper el potente saque de Borg en el set definitivo y cayó finalmente por 8 a 6 en un partido memorable.

McEnroe protestando una decisión arbitral

McEnroe se quito esa espina poco tiempo después tras ganarle en la final del popular US Open en 5 sets y también volvió a derrotar a su compatriota Connors en semifinales y anteriormente al que sería otro de sus grandes rivales durante los ochenta, el checo Ivan Lendl.

En 1981 vuelve la polémica con “Big Mac”, apodo con el que cariñosamente se conocería a este jugador. En Wimbledon fue multado con 1500 dólares y poco faltó para ser expulsado del torneo tras insultar y llamar escoria al árbitro del torneo, Fred Hoyles. Y de este partido se sacó aquella frase tan famosa en inglés “You cannot be serious” (que se tradujo al español como “¿Bromea o qué?”) y que finalmente sería su frase más célebre.

En los siguientes post continuaremos conociendo más sobre la vida deportiva de este polémico jugador que hoy en día sigue siendo muy recordado por todos los amantes del deporte.