Después de la ausencia de Louganis en los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980 volvía a la carga para los de 1984 celebrados en Los Ángeles, evento para el cual se había preparado concienzudamente y estaba dispuesto a llevarse la medalla de oro. Y finalmente lo hizo, dado que ganó la prueba de trampolín por el mayor margen en la historia de cualquier edición de las olimpiadas y posteriormente se convirtió en el primer clavadista en obtener 700 puntos desde la plataforma.

El salto clavado con el que Louganis se aseguró el campeonato se conocía como el “clavado de la muerte” dado que un saltador ruso lo había intentado a principios de año y murió en el acto al golpearse la cabeza con la plataforma.

Ya en Seúl 1988, Louganis llevó a cabo una de las más grandes actuaciones de la historia de los Juegos Olímpicos llevándose el metal más preciado, pero no por ello sin sufrir antes para conseguirlo. En las rondas eliminatorias se golpeó fuertemente la cabeza en el trampolín y tuvo que recibir varios puntos de sutura, aunque esto no fue impedimento para que se clasificase y finalizara el evento en lo más alto del podium.

Momentos después de golpearse la cabeza en Seúl 1988

Muchos recuerdan el momento, pero lo que desconocen es que Louganis en aquel momento tenía SIDA, lo que le causó una tremenda preocupación dado que había perdido sangre en la piscina y temía que cualquier otro compañero pudiera infectarse, pero finalmente no dijo nada, aunque en el libro de sus memorias repite incesantemente lo arrepentido que está de su silencio.

Según aseguraba: “En ese momento no sabía realmente qué hacer, pensaba que era mi responsabilidad decírselo a alguien, pero me acobardé y me quedé callado esperando que el cloro de la piscina diluyera la sangre y pronto pudiera olvidar eso. Cuando sentí el golpe en la cabeza mi acto reflejo fue ponerme la mano en la herida para no perder más sangre”.

La popular publicación Newsweek también se hizo eco de sus logros

Siete años después, en 1995, Louganis anunció en una entrevista para la televisión, que era portador del virus del SIDA, quitándose, según él, un gran peso de encima. Y poco tiempo después escribiría su autobiografía titulada “Breaking the Surface”, convirtiéndose en uno de los libros más vendidos de los Estados unidos de aquel año.

Esta ha sido la historia y pequeño homenaje a aquel saltador que conmocionó al mundo para posteriormente convertirse en uno de los mejores saltadores de trampolín de la historia del deporte mundial.