Nos vamos al año 1980 para recordar una novela de Kurt Vonnegut titulada Galápagos, una publicación que para algunos es excelente y para otros es bastante liosa. De hecho cuando leáis la review que he preparado para esta entrada, el libro os parecerá verdaderamemente lioso, pero quizá ahí es donde radique el toque especial del que tanto se habló de este libro.

Galápagos nos cuenta la historia de un variopinto grupo de personas que en el año 1986 naufragan cuando se encontraban en un crucero y consiguen llegar a la ficticia isla de Santa Rosalía, en las Galápagos, después de que una fuerte crisis haya paralizado la economía mundial.

Kurt Vonnegut y la portada de su libro

Tras una enfermedad infecciosa diseminada por todo el planeta y que ha conseguido que toda la población se haya quedado estéril, los únicos y últimos seres humanos fértiles que hay sobre la Tierra. En el siguiente millón de años, sus descendientes llegan a convertirse en seres con una especie de piel aterciopelada parecido al de las focas, siendo capaces de caminar erguidos, cuentan con hocicos con dientes adaptados para la captura de peces, un cráneo aerodinámico y manos con dedos bastante rudimentarios parecidos a aletas.

Quien narra toda la historia es un espíritu que ha estado observando a la raza humana durante los últimos millones de años. Es el espíritu inmortal de Leon Trout, hijo de Kilgore Trout, y un veterano de la guerra del Vietnam que se ve afectado por todo lo que tuvo que vivir en la contienda bélica y que para olvidarse de todo ello se instala en Suecia para trabajar en la construcción del Bahía de Darwin, el barco que naufraga y da comienzo a la novela.