Hoy en nuestra nostalgia diaria vamos a recordar uno de los coches más ansiados durante la década de los ochenta y aunque hoy en día es prácticamente un coche de museo y aunque no es muy común verlo, de vez en cuando podemos encontrarlo por alguna de las carreteras de nuestro país, se trata del Ferrari Testarossa, un coche que tenía una gran rivalidad con otro de los grandes de aquella década, el Lamborghini Countach, del que hablaré en otra ocasión.

Podría decirse que era una remodelación del antiguo Ferrari 512 BB aunque con un montón de mejoras más como por ejemplo que en el Testarossa no hacía tanto calor en el habitáculo como en el BB, dado que el modelo antiguo no tenía entradas de aire directas, lo que repercutía en la temperatura de todo el automóvil.

Pero Pininfarina, el diseñador de este modelo, no quería que este coche tuviera los mismos errores que su predecesor y tuvo que idear un sistema para poder hacer llegar grandes cantidades de aire al radiador sin usar tomas de aire tan grandes como las del Countach, y finalmente lo logró.

Aspecto del espectacular deportivo

Lo que consiguió fue una de las características principales de este modelo, unas branquias laterales horizontales que hacían al Testarossa un aspecto más deportivo y agresivo si cabe. En un principio fueron una simple toma pero de gran tamaño, pero con la posibilidad de que algo pudiera introducirse al estar en ruta, Pininfarina decidió dotar al coche de este aspecto, consiguiendo el mismo propósito.

Poco a poco fue tomando forma el diseño hasta que finalmente fue presentado en el Salón del Automóvil de París de 1984, siendo un verdadero éxito y donde los más pudientes del planeta hacían cola para hacerse con un modelo de la casa del “Cavallino rampante”. En la siguiente entrega seguiremos conociendo más datos sobre este automóvil que hizo furor entre los aficionados al mundo de los coches y la velocidad.