Como siempre digo, los años ochenta tuvo un buen cine, aunque mucha gente se empeñe en decir lo contrario. Hubo muchos productos bastante malos, pero de eso, por desgracia, hay mucho hoy en día, pero bueno. Nos vamos al año 1988 a recordar una película de gran éxito titulada El oso.

Era una producción franco-norteamericana dirigida por Jean-Jacques Annaud, quien dos años antes hubiese dirigido otra de las grandes películas de los ochenta, El nombre de la rosa. Gérard Brach fue el encargado del guión de esta película y estaba basado en la novela de James Oliver Curwood titulada The Grizzly King.

La trama se desarrolla en el Canadá del siglo XIX donde el personaje principal es un oso huérfano, quien perdió a su madre en una avalancha de rocas mientras buscaba miel para poder alimentar a su familia. El cachorro finalmente consigue encontrar a un oso más grande que él con quien entablará una buena amistad.

Una de las escenas de la película

Ambos deben escapar de dos cazadores que intentan matarlos aunque al final éstos toman conciencia del derecho que también tienen los animales a vivir. Ambos animales estrechan sus lazos de unión y el oso mayor se convierte en su padre adoptivo, viviendo completamente libres y ausentes de soledad.

La película está protagonizada por estos dos entrañables animales, aunque los humanos forman parte de la historia, pero de una manera paralela, más bien secundaria. Lo que sí puedo decir es que la música era bastante buena, pero lo mejor de todo era la fotografía y las estupendas sensaciones que tuve cuando vi la película en las dos ocasiones que tuve la oportunidad de hacerlo.

No lo dudaría ni un momento en recomendárosla, vale la pena verla.