Hoy vamos a recordar un coche que fue presentado en el Salón de Bruselas y cuenta con más de 40 años de vida, se trata del Ford Capri, un sueño para muchos y una pesadilla para otros, pero en definitiva un coche que marcó época y tal como apareció desapareció en el año 1986, prácticamente sin dejar rastro y desde Ford no dijeron absolutamente nada en aquellos años.

Aunque fuera de Europa el coche seguiría algunos años más, pero no demasiados, convirtiéndose poco a poco en un coche de los más añorados y cuyo final no puede decirse que haya sido justo, pero si fue un automóvil digno, aunque no era precisamente ideal para hacer un viaje largo.

Años después sería sustituido por un ya moderno Ford Probe de tracción delantera, dejando atrás la tracción trasera del protagonista de esta entrada. El Capri era un coche con todas las letras y tenía su propio encanto, algo que gustaba a los verdaderos amantes de los coches como su respuesta deportiva como cualquier otro automóvil, pero de los años cincuenta.

Aspecto del Ford Capri

Aunque hay que destacar que hace treinta años (¡cómo pasa el tiempo!) no había servodirecciones como la que tenía el Capri, la cual permitía una verdadera experiencia de conducción, donde sentíamos la carretera a cada metro y que tenía una respuesta brutal en muchos casos siempre que se ponía al límite a este modelo de Ford.

Uno de los últimos modelos del Capri fue el 2.8i, una verdadera bestia que era capaz de ponerse en 6.100 r.p.m a más de 202 kilómetros por hora, pero que tenía varios inconvenientes, el primero eran los frenos, los cuales no eran malos si circulabas a una velocidad prudente o quizá un poco más rápido, pero cuando uno se ponía en plan Nelson Piquet, había que andar con mucho cuidado para frenar.

Y al principio os dije que este coche para algunos era un sueño y para otros una pesadilla. ¿Por qué? Para unos era un lujo y daba distinción, cierto toque de modernidad y pesadilla porque tan solo consumía 18,91 a los 100 kilómetros en ciudad.

¿Quién se acuerda de este coche?