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Aunque los Juegos Olímpicos de Barcelona no se celebraron hasta el año 1992, sí hubo un momento en la década de los 80 relacionado directamente con ellos que hizo que la ciudad condal estallase de alegría, la elección de la misma como sede de los próximos Juegos Olímpicos.

Fue allá por el mes de octubre del año 1986 cuando los miembros del Comité Olímpico Internacional se reunieron para comunicar cuál sería la ciudad elegida para ser sede de este importantísimo evento deportivo. Barcelona era la quinta vez que solicitaba la realización de los juegos y competía contra Amsterdam, Belgrado, Brisbane, París y Birmingham.

Eran las 13:22 cuando los 85 miembros del COI comunicaron al presidente, Juan Antonio Samaranch, que ya habían finalizado la votación y ya había una ciudad elegida. 500 millones de personas en todo el mundo estaban siguiendo el evento con mucha atención. A pesar de que varios miembros del COI habían abandonado el lugar de reunión y que toda votación debe ser secreta hasta el anuncio del resultado, todo apuntaba a que en esta ocasión Barcelona sería la elegida.

A las 13:28, Juan Antonio Samaranch se ponía frente a las cámaras y leía en francés lo que aparecía en la tarjeta que había dentro de un sobre de color verde: “La ciudad elegida es…” y estuvo callado durante unos interminables segundos, algo que puso de los nervios a todo el mundo, como si fuese la “paradinha” de Pelé lanzando un penalti.

Finalmente dijo: “Barcelona”, momento en el que estalló la euforia y España vibró con la elección, pero sobre todo Barcelona, que vivió uno de los días más felices de su historia y que aunque ya hayan pasado nada menos que 23 años de aquello, están considerados como uno de los Juegos Olímpicos del siglo XX con mejor organización y más vistosos de la historia.