En 1986 veía a la luz uno de los arcades más famosos de todos los tiempos y a los que seguro que todos habréis jugado en alguna ocasión en su versión original, Arkanoid o en cualquiera de las muchas que pudimos ver en los salones recreativos de nuestro barrio.

Este juego se inspiró en los populares Breakout de Atari de finales de los años 70 y la compañía japonesa Taito lo rescató de la década pasada y lo mejoró para darle un atractivo visual totalmente superior al de su predecesor y total adicción.

En este juego controlaremos una plataforma conocida como nave espacial Vaus, que impide que la bola salga del juego y la hace rebotar contra las paredes de la pantalla y contra los ladrillos que hay en la parte superior del juego, los cuales desaparecen cuando son tocados por la bola y cuando “limpiamos” al completo la pantalla de los ladrillos pasaremos al siguiente nivel.

Pero no todo iba a ser tan sencillo, a medida que pasa el tiempo y las pantallas la bola irá cada vez más rápido y habrá que dar varias veces a los ladrillos para que desaparezcan, al contrario que al principio del juego, lo que incrementa su dificultad.

Imagen de la primera pantalla del juego

Pero para adecuarnos a la dificultad cada vez que destruyamos determinados ladrillos, mayormente aleatorios, recibiremos unas cápsulas que nos permitirán tener ciertas ventajas como por ejemplo haciendo nuestro Vaus más alargado gracias a la cápsula azul, con la roja nos pertrechábamos de lásers para destruir inmediatamente a los ladrillos, con la celeste aumentaban las bolas en pantalla, el rosa nos pasaba a la siguiente fase, el color metálico nos daba una vida extra, el verde nos permitía parar la bola en nuestro Vaus y la naranja hacía que la bola fuese más lenta.

La última pantalla era la número 33 y como buen juego tenías que enfrentarte al enemigo final, su nombre Doh y te lo pondría verdaderamente difícil para que llegases al final del juego, así que había que armarse de paciencia y reprimir la rabia cuando te mataba y tenías que comenzar desde el principio. ¿Recuerdas el Arkanoid?