Estoy totalmente convencido de que en ocasiones echáis la vista atrás y recordáis con nostalgia aquellos pequeños juguetes, que aunque sencillos, para vosotros eran un verdadero tesoro y que hoy viéndolos desde el más cariñoso de los recuerdos nos damos cuenta que nos conformábamos con bien poco.

Aunque claro, por aquella década tampoco es que hubiera la gama de alternativas que hay hoy en día basándose principalmente en los productos digitales que todos conocemos. Y yo, en uno de mis muchos momentos de nostalgia, recordé un juego que era tremendamente simple pero que a mi me encantaba.

¿Os acordáis de los juegos de agua? Eran pequeños, estaban cerrados y como mucho podíamos intercambiar el agua a aquel pequeño juguete. Había muchos modelos pero prácticamente la mecánica era la misma, un poco de pulso y un mucho de suerte.

Uno muy parecido al que yo tenía

Recuerdo uno que tenía, de color rojo por arriba y por abajo y justo en medio una pared transparente que dejaba ver a la perfección unos 10 anillos de colores, los cuales, y mediante pulsar un botón que expulsaba el agua a cierta velocidad, hacía que éstos se moviesen.

Bueno, la gracia no era que se moviesen en sí, aunque reconozco que al principio entretenía bastante pero el objetivo real no era otro que el de colocar los pequeños anillos de colores en unos ganchos, para lo que tenías que gozar con la bendición de todo el santoral, al menos yo, porque no recuerdo haberlo hecho en ninguna ocasión.

Lo que si recuerdo fue la moda de estos juegos que en los recreos del colegio intercambiábamos con nuestros compañeros para disfrutar de otro juego que aun teniendo la misma mecánica no eran los anillos de colores.

¿Los recordáis?