En estas fechas se celebra el 25 aniversario de la muerte de Paquirri, uno de los toreros más famosos de España, quizá más que nada por lo mediático que era, aunque no por ello dejaba de ser un buen diestro, pero que desafortunadamente (o no) salía más en prensa por sus escarceos amorosos que por su propia labor de torero.

Nació en Zahara de los Atunes, Cádiz, se crió en Barbate y debutó como novillero después de intentarlo infinidad de veces en 1962 y apenas cuatro años después tomó la alternativa en la Monumental de Barcelona un 11 de agosto y la confirmación fue en la plaza de todos de Las Ventas, en Madrid, el 18 de mayo de 1967.

Seis años después se casó con la desaparecida Carmen Ordoñez, hija del famoso matador Antonio Ordoñez, pero su matrimonio no funcionó y se separaron. Ya en 1983 se casaría con la que sería la mujer de su vida, Isabel Pantoja, folclórica donde las haya y muy famosa en España. Con su primer matrimonio tuvo dos hijos, Francisco y Cayetano, ambos diestros, y con Isabel Pantoja tuvo otro hijo, apodado Paquirrin, pero éste se dedica a menesteres más bizarros y menos castizos que sus hermanos.

Paquirri con la que fue su esposa, Isabel Pantoja

La carrera de Paquirri era realmente meteórica y las plazas de toros se llenaban siempre que éste estuviera en el cartel. Fue en la tarde del 26 de septiembre de 1984 cuando al diestro gaditano le tocaba torear en la modestísima plaza de toros de Pozoblanco, en Córdoba y todo parecía ir como en anteriores citas, buena tarde, mejor público y buena ganadería.

Llegó el momento, las cornetas de la banda anunciaban la salida de un nuevo morlaco de nombre “Avispado” a quien el diestro consiguió rematar buenos lances de bonita factura, hasta que el animal, como si hubiera visto su futuro, descargó su ira con una cornada al torero, quien fue llevado inmediatamente a la enfermería de la plaza con una gran herida en la ingle de la cual manaba mucha sangre.

La plaza se quedó totalmente asombrada, nadie se esperaba una cogida semejante donde el asta del animal seccionó de manera certera las venas ilíaca, safena y la arteria femoral. Todo ello grabado por la televisión mientras era llevado rápidamente a la enfermería para tratar de cortar la hemorragia y trasladarlo a un hospital con más medios que la modesta enfermería de la plaza de Pozoblanco.

Unas de sus palabras fueron:
«Doctor, yo quiero hablar con usted. La cornada es fuerte. Tiene al menos dos trayectorias, una para acá y otra para allá. Abra usted todo lo que tenga que abrir, lo demás está en sus manos. Y tranquilo, doctor».

El último adiós al diestro

Debido a la escasez de medios y al tiempo que tardó en llegar la ambulancia hasta que lo recogieron, el diestro perdía la vida cuando iba camino al Hospital Militar de Córdoba. Esto causó una gran conmoción no solo en el mundo de la tauromaquia sino también en la por aquel entonces incipiente prensa del corazón y en el resto de la sociedad en general, quienes se reunieron por millares para darle su último adiós a uno de los toreros más famosos de España en la plaza de la Maestranza de Sevilla.