Los años ochenta fueron verdaderamente especiales porque por fin podíamos tener en casa aquellos videojuegos a los que siempre nos gastábamos la paga semanal y se esfumaba en cuestión de minutos. De esta forma, y tras la inversión principal de nuestros progenitores, podíamos ahorrarnos la asignación semanal y emplearla para otros fines como chucherías o terminar ese maldito álbum de cromos.

A medida que el tiempo fue pasando en los ochenta los ordenadores eran cada vez más potentes y los juegos mucho más “realistas” si se me permite la expresión por parte de los verdaderos gurús de este mundillo, lo que hacía que pasar una tarde en casa de un vecino o que éste viniese a nuestra casa a echar unas pachangas era el plan perfecto, sobre todo si el juego era de coches, guerra o de repartir mamporros a diestro y siniestro.

Pero cuando nos regalaban un juego como el que vamos a recordar hoy… la cosa cambiaba y no llamabas a nadie para que no dijeran que eras un bicho raro, sobre todo porque el juego que vamos a recordar era de esos de corte educativo, alejado completamente de la acción más trepidante.

Aspecto de una de las pantallas del juego

¿Dónde está Carmen Sandiego? Búscala en el tiempo, fue el título de este juego lanzado en el año 1989 por la compañía Broderbund. Es un personaje del que ya hablamos en una anterior entrega y que estoy totalmente convencido de que más de uno y de una recordará con cierta nostalgia.

En este juego interpretábamos a un agente de una organización secreta que se dedicaba a buscar a la peligrosa ladrona por todo el mundo, pero en esta ocasión y gracias a los adelantos de la técnica, podríamos usar la máquina del tiempo y atraparla.

Todo ello gracias a un dispositivo conocido como Chronoskinner, el cual nos ayudará a viajar de un lado a otro en el tiempo y hacer caer a los miembros de la organización V.I.L.L.A.N.O., de la cual era Carmen Sandiego su jefa.

Para ello tendríamos que ir de una época a otra siguiendo varias pistas, cada una relacionada con un acontecimiento histórico diferente, lo que hacía que los más peques de la casa, bueno, los no tan peques, aprendieran historia de una manera completamente sencilla y realmente divertida, aunque he de confesar que cuando llevabas bastante rato jugando se hacía monótono, pero a mí me encantaba.

¿Lo recordáis?