Se acercan las navidades y estas son unas fechas donde uno de mis recuerdos de los ochenta era: poder dormir más, ver la televisión hasta que me cansase, jugar con mis amigos y sobre todo, darme un atracón de chucherías navideñas o de las clásicas que se vendían en los quioscos. Y de eso voy a hablar hoy, de chucherías, algo que todos, en mayor o menor medida, hemos degustado solos o con nuestros amigos.

¿Recordáis los caramelos Snipe? ¡Uau! ¡Eran deliciosos! Aquel sabor suave que la marca DAMEL nos brindaba en aquellos pequeños caramelos rectangulares envueltos en papel plateado y con sabor a nata… Reconozco que fui un auténtico «devora-Snipes» y lo mejor de todo es que aún se siguen vendiendo en la actualidad, así que si no los habéis probado nunca, en cualquiera de las tiendas de chucherías podréis encontrarlos.

Los que más me gustaban eran de nata, pero también los había de diferentes sabores como menta, limón, café con leche (puag), naranja y alguno más que ahora mismo no recuerdo. Lo que si recuerdo es el slogan de la marca, que decía: “Damel, el sabor que da energía” ¿Y vosotros?

¡Chucherías! ¡Snipe, Palotes y chicles Cheiw!

Otras chucherías que llegaban al quiosco de esta empresa eran los chicles Cheiw, ¡ufff que buenos eran! Sobre todo el de fresa ácida, que aunque no tenía un sabor especialmente duradero era tremendamente intenso, sobre todo cuando lo metías en la boca.

También nos llegaron los caramelos de Toffe, Dulcigel rojo y negro, Opal y sobre todo unos de los caramelos más famosos de la década de los ochenta en España, los archiconocidos Palotes, unos palitos con forma cilíndrica y normalmente de sabor a fresa, o algo parecido, que hacía las delicias de grandes y pequeños.

¿Cuantas veces habremos comido alguna chuchería? Qué recuerdos tan entrañables de aquellas golosinas que hicieron que nuestra infancia fuera si cabe, un poco más dulce.